lunes, 19 de marzo de 2007

episodios

...Cuando Amaranta lo vio entrar, sin que él hubiera dicho nada, supo de inmediato por qué habia vuelto. En la mesa no se atrevían a mirarse a la cara. Pero dos semanas después del regreso, estando Úrsula presemte, él fijo sus ojos en los de ella y le dijo; "Siempre pensaba mucho en ti". Amaranta le huía. Se prevenía contra los encuentros casuales. Preocuraba no separarse de Remedios, la bella. Le indignó el rubor que dorósus mejillas el día en que el sobrino le pregunto hasta cuándo pensaba llevar la venda negra en la mano, porque interpretó la pregunta como una alusión a su virginidad. Cuando él llego, ella pasó la aldaba en su dormitorio, pero durante tantas noches percibió sus ronquidos pacíficos en el cuarto contiguo, que descuidó esa precaución. Una madrugada, casi dos meses después del regreso, lo sintio entrar en el dormitorio. Entonces en vez de huir, en vez de gritar como lo había previsto, se dejo saturar por una suave sensación de descanso. Lo sintió deslizarse en el mosquitero, como lo había hecho cuando era niño, como lo había hecho desde siempre, y no pudo reprimir el sudor helado y el crotaloteo de los dientes cuando se dio cuenta de que él estaba completamente desnudo. "Vete", murmuró, ahógandose de curiosidad. "Vete o me pongo a gritar." Pero Aureliano José sabía enotnces lo que tenía que hacer, porque ya no era un niño asustado por la oscuridad sino un animal de campamento. Desde aquella noche se reiniciaron las sordas batallas sin consecuencias que se prolongaban hasta el amanecer. "Soy tu tía", murmuraba Amaranta, agotada. "Es cas como si fuera tu madre, no sólo por la edad, sino porque lo único que me faltó fue darte de mamar." Aureliano escapaba al alba y regresaba a la madrugada siguiente, cada vez mas excitado por la comprobación de que ella no pasaba la aldaba. No había dejado de desearla un solo instante...

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